Epílogo

Último post de este blog. Supongo que es pretencioso llamarlo epílogo. Ha sido este un viaje bien planificado y con recursos humanos y materiales de alta calidad 8-). Por eso los hitos se han cumplido a rajatabla. El objetivo era disfrutas conociendo un poco mejor el país.

Estadísticas: con algún margen de error, han sido unos 4.400 kilómetros de coche y unos 480 kilómetros de bici. Helados y cervezas, también bastantes, pero no tengo cifras exactas.

¿En qué nos ganan? Pues acabo de llegar de hacer unas compras desplazándome en bici y algo que me rondaba en la cabeza lo he visto claro en mis propias posaderas: el mal estado de las calles de Alcalá de Henares (y supongo que puede generalizarse). Sin exagerar nada: en 12 kilómetros he dado muchos más saltos que en tres semanas en Holanda. Y este es un resumen sintomático: la red de bicicletas de Holanda es pareja a la de coches. No va con calzador, como se pretende aquí. Y este hecho forma parte de su cultura de respeto: la bici es otro medio de locomoción sobre el que no tengo más ni menos derechos por el hecho de llevar un coche. Cuestión de respeto al fin y al cabo. Hay muchos otros ejemplos de ese 1-0 en respeto, pero esto es un epílogo.

También es de quitarse el sombrero el esfuerzo de un pueblo para ganar terreno al mar con obras similares. Los pueblos que se precian hacen cosas grandes (no me refiero a ganar un Mundial) y esta gente lo ha hecho.  Aquí no estoy comparando: simplemente digo que es admirable.

¿En qué ganamos? Cualquier ciudad importante española tiene más arquitectura e historia (y no digamos gastronomía). Nuestros parques nacionales son otra historia. Hay miles de ejemplos de parajes, sierras, hoces, cuevas que es imposible encontrar allí. Por otro lado, lo he repetido hasta la saciedad: creo que no es loable que sea tan complicado encontrar información (turística) en inglés. Pero en fin, cada uno en su casa es el amo.

Pérdidas materiales: 3 patas de cabras, sí, 3 (ya he reparado 2), una cámara decimonónica (eficazmente sustituida por el redactor), un cable de cambio trasero roto (reparado in situ por un experto) y un par de cubiertas suplicando sepultura (que recibirán aquí, en tierra cristiana). Lo demás, ajustes aquí y allá.

Agradecimientos: a la CAM por regalarnos el navegador y a los chicos de la SD7 (por resolvernos la navegación en tierras tan remotas), a mi cuñado por prestarnos una bici tan clásica (tan clásica que nadie se plantería robárnosla), a los holandeses (por tener un país tan cuidadito y no tomar represalías por haberles hundido la moral), a los franceses (por tener unas carreteras tan encantadoras y organizar el Tour para que lo ganemos 8-).

Desagradecimientos: a El País-Aguilar por vender una guía poco más que mediocre, a los holandeses (por tener todo el país en un idioma -el holandés- más raro que el vasco), a los franceses (por no avisarnos que la autopista de peaje estaba en obras) y al idiota que no dejo a mis hijos llevarse la cucharilla de plástico de remover el té helado.

Fotos: no he querido dejar de poner unas últimas fotos, que comento por orden de aparición: nuestras cuatro bicis, una papelera para ciclistas, una matrícula holandesa totalmente cutre sobre portabicis Thule y el autobús del Astaná (no sabemos si Contador durmió en el hotel de al lado el día antes de la crono de Burdeos, lo que importa es que ganó).

's-Hertogenbosch y Maastricht

Última etapa la de hoy. El plan de hoy consistía en bajar desde el norte al sur del país, desde Assen a Maastricht, pasando por 's-Hertogenbosch para visitarla y comer. Y así lo hemos hecho. Ha llovido durante el camino, pero no durante las visitas a las dos ciudades.

's-Hertogenbosch es una ciudad de la provincia de Brabante del Norte. El atractivo principal era visitar la iglesia de San Juan. No obstante, la ciudad tenía más cosas que ver. En principio, es famosa por ser la ciudad de nacimiento de El Bosco (Jeroen Bosch), el autor del Jardín de las Delicias (está en El Prado). Tiene varias cosas que ver: la plaza del pueblo, que estaba muy animada de gente, edificios medievales, canales (aunque en muchos sitios van por el subsuelo), etc.

Pero como decía, el atractivo era la iglesia de San Juan (Sint Jan). Por lo visto lleva en restauración (y le quedan) años, y es verdad que había andamios y una zona cerrada en el exterior llena de fragmentos y piezas de piedra (nuevas y restauradas). Dentro había misa y no la hemos visto entera, pero las vidrieras, los techos, el órgano, etc. eran curiosos. En el exterior, otro tanto de lo mismo: debido a los andamios y a que está un tanto encajonada no la hemos visto entera y quizá está demasiado reconstruida, pero tampoco es una iglesia del montón.

Tras comer hemos seguido camino hacia Maastricht (provincia de Limburgo), que hemos visitado exhaustivamente por la tarde gracias al guía (je, je), perfecto conocedor del centro de la ciudad, con recorrido por las calles principales, iglesias más relevantes, grandes almacenes para últimas compras y cena en unas de las muchas terrazas que hay frente al Stadhuis. Se me olvidaba: visita-postre a la heladería Luna Rossa. Después de pasar diez días allí el año pasado ya no tenía nada que fotografiar, así que dejo aquí una vista de St. Servaas.

Con esto podemos decir que termina el viaje a Holanda, ya que mañana saldremos para España.

El parque nacional Drents-Friese Woud

Hoy nos hemos ido hacia el sur de la provincia. Las alternativas eran dos parques nacionales probablemente parecidos. En uno de ellos hay una atracción para niños (el Planetron), pero en la oficina de turismo de Dwingeloo hemos comprobado lo que temíamos: que era imprescindible saber holandés para enterarse de algo. Por cierto que decía la guía (El País Aguilar) que en este pueblo llama la atención la torre deformada de la iglesia. Y que la razón se explicaba en un tablón informativo. Ni me parece deformada ni había tablón. Así que, defraudados, nos hemos ido al otro, porque además teníamos una ruta de la ANWB detallada. Es el Drents-Friese Woud Nationaal Park (algo así como Parque Nacional del Bosque de Drenthe-Frisia).

Ha sido un día de lo más tranquilo, pero también diferente a los anteriores. Es curioso comprobar cómo en este país hasta un parque nacional está tan humanizado (lo cual tampoco me parece una suerte). Además del carril bici, en la foto se ve otro más ancho, señalizado para caballos y carros. El parque viene a ser una especie de isla (eso sí, totalmente llana) de árboles, turberas, laguitos, cámpings, etc. circundado por carreteras. Tiene 6.100 hectáreas. Al parecer hacen las delicias de los holandeses.

Hoy quizá haya sido el día de más calor desde que vinimos. Hemos llegado a 31º. Nos han confirmado unos holandeses con los que hemos conversado que estas temperaturas eran muy elevadas para ellos. Pero entre la sombra de los árboles y que ya nos estamos haciendo a la bici, los 46 km. han caído con facilidad. Aunque seguro que no hubiéramos dejado de darnos un baño en este laguito, si hubiéramos llevado bañadores y toallas. Han comentado que Contador lo tenía chungo este año... y les he dicho que eso se verá...

Por lo demás, lo habitual: granjas con caballos, ponys, vacas, cabras, algún molino y, por si fuera poco, avestruces y hasta canguros.

Groningen

Hoy le hemos dedicado el día a la capital de la provincia de Groninga: Groningen. En la oficina de información guirística nos han proporcionado (por un módico precio, como todo) de un planito guía con recorrido recomendado.

Lo interesante de la ciudad está concentrado en el centrum (centro 8-), que está claramente delimitado por canales. Es una ciudad con menos atractivos que otras que hemos visto, pero tampoco defrauda. A pesar de la alegría de ver que Contador ya es maillot amarillo, no me creceré y trataré de ser breve.

El Museo de Groningen está en una isla. Tiene un poco de todo: arqueología historia, arte antiguo y arte moderno. Es un museo tipo collage. La foto corresponde al ala del museo más rarita; la torre de detrás forma parte del pabellón central, que es el menos raro, y el tercer ala es como un minicoliseo encima de la base de una pirámide...

El recorrido nos pasa por la zona de marchuqui (entertainment), que me da que está de capa caída desde hace una semana por nuestra culpa. Como no tenía mucho interés turístico y mi sonrisa nos delataba como vencedores, nos hemos apresurado a pasar de largo. Je, je.

Las iglesias no son gran cosa. Y o bien están cerradas o pagas por verlas. Si, además, quieres subir a la torre, 3 euros per cápita. Si están abiertas, es porque dentro te venden algo: exposición de cuadros, pongo por caso. La zona de los almacenes de ladrillos rojos sí es muy curiosa: antiguos almacenes de cuando la ciudad era un importante centro comercial de la Hansa. Los han rehabilitado y convertido en viviendas. Otro tanto sucede con algunos orfanatos y hospitales de beneficiencia.

Groningen es ciudad universitaria. La zona universitaria tiene un edificio (la Academia) muy interesante. Pero en el recorrido hay otros edificios y rincones curiosos, en particular en la Oude Boteringestraat. Aquí ya estábamos suficientemente cansados como para no identificarlos uno a uno, así que nos hemos ido a tomar algo a la antigua oficina de Hacienda: la Goudkantoor. Me explico. En su día era la oficina de cobro de impuestos, pero hoy tiene en su planta baja un bar con terraza.

Para terminar la visita hemos pasado un rato en unos pequeños jardines de lo más completitos: paseos de setos con ventanitas, rosales, grosellas, unas iniciales enormes de un señor y una señora (el vicerregente y su esposa), y un reloj de sol supercomplicado, seguro que ni adelanta ni atrasa.

La ruta de los megalitos (hunebedden)

Probablemente la de hoy ha sido la etapa reina (68 km.). Hemos hecho parte de la ruta de los megalitos. Contaba ayer que nos habíamos acercado a ver megalitos. Holanda tiene, parece ser, unas decenas de ellos. Y todos menos dos o tres están en esta provincia (Drenthe). En una ruta de un centenar de kilómetros se pueden ver la mayoría. Nosotros nos hemos conformado con seis o siete en total. 

Hay que reconocer que siendo todos parecidos, no se parecen a nada que hubiéramos visto. Aunque unos están en mejor estado que otros, son como una sucesión de dólmenes. En mi opinión, decía ayer, esta disposición se da un aire al esqueleto de un dinosaurio. En los mejor conservados, la secuencia de dólmenes está rodeada por un círculo (óvalo sería más correcto) de piedras, parecido a los cromlechs.

A pesar de estar la zona hasta arriba de ciclistas, por ser domingo, la gente no los visita apenas, pero es que además están poco o nada señalizados. Y cuando los visita, el deporte nacional (como lo sería en España) es subirse encima uno o a sus niños y hacerles fotos. En el Centro Nacional de Información sobre Megalitos, situado en Borger, se explica lo poco que se sabe. Bueno, supongo, porque está todo en holandés. Son monumentos funerarios de unos 5000 años. No se sabe si son tumbas comunes o de gente relevante. Y al parecer lo que se ve sería el armazón del monumento. Nos lo creeremos.

Ya lo mencioné anteayer. Cerca de la casa en que estamos, entre los knooppunts 08 y 09 hay un monumento dedicado a la tripulación de un bombardero aliado, el jB154 Lancaster bomber, que fue abatido por los alemanes en ese lugar cuando volvía de bombardear Leipzig. Descansen en paz.

Assen y alrededores

Hemos dedicado parte de la mañana a hacer las compras de subsistencia en Assen. En bici, como holandeses de pura cepa. Hemos traído las alforjas hasta arriba. En la puerta del centro comercial regalaban botellitas de 25 cl. promocionando... ¡Fanta naranja! Aprovechando el viaje también hemos intentado conseguir en la oficina de turismo información sobre rutas en inglés. Sin éxito. He pensado en convencerla con argumentos piramidales: yo lo cuento en este blog, a su vez, mis siete lectores se lo cuentan cada uno a siete amigos, y estos siete a otros tantos... y al final nadie viene a Holanda porque todo está en holandés... pero he pensado que con el gol de Iniesta ya era bastante. Je, je.

Después de comer en casa como unos señores, hemos decidido acercarnos a ver dos de los monumentos megalíticos de los cincuenta y tantos que hay en este país. En su práctica totalidad todos en esta provincia (Drenthe). Primero hemos visitado el de Loon. Después el de Balloo (nada que ver con el del plátano). No sé si todos son así, como una sucesión de menhires. A mi me recuerdan la osamenta de un dinosaurio (el último viaje fue a Teruel, quizá sea eso). No me ha parecido que les den mucha importancia. Ha sido difícil localizarlos (lógicamente no están en la plaza mayor del pueblo).

En el primero de los pueblos, Loon, había obras en toda la calle de entrada al pueblo. Me ha llamado la atención que había protegido los árboles. Entiendo que es para evitar cualquier daño que se les pueda hacer con la maquinaria. Y los árboles eran árboles normales, no olivos centenarios ni dragos milenarios. Y la localidad en cuestión es un pueblo cuya población dudo que supere los cuatro o cinco centenares de personas. Aquí nos ganan de largo.

Después hemos seguido rodeando Assen. Las casas de campos son muchas espectaculares: ¿los granjeros son ricos o los ricos se hacen granjas como segunda residencia? En cualquier caso, por aquí hay muchos menos canales, pero mucho más cultivo: maíz, patatas y trigo sobre todo.

En el paseo no hemos tenido el menor problema para orientarnos gracias a la rede de knooppunts (nodo, intersección), pero la señalización es mucho más amplia. Hay rutas específicas por todo el país, unas circulares y otras de larga distancia. Y tienen sus placas propias. Además de las placas en postes con la distancia en bici a las localidades más cercanas, omnipresentes en todo el país, hay otras señales con un formato curioso: el de seta cuadrada. Atención a la placa de la derecha de la foto... ¡Camino de Santiago en los Países Bajos!

La seta, además de indicar la dirección y distancia de las localidades más cercanas, tienen un numerito que permite también localizar tu posición en un mapa. No me extrañaría que la seta sirva para más cosas. Señales para todos los gustos.

Segunda etapa de transición

Hoy la etapa era de transición, desde Nieuwe Niedorp (Holanda del Norte ) hasta Assen (Drenthe). Y si en el Tour Contador la ha aprovechado para quitarle unos segundos a Andy Schleck nosotros la hemos aprovechado para visitar unos cuantos pueblos pintorescos que pillaban de camino.

Lo primero era ver, porque inevitablemente teníamos que atravesarlo, el Afsluitdijk. Es un dique de casi 30 kilómetros que se construyó en el siglo pasado y une Holanda del Norte con Friesland (de donde son las famosas vacas frisias) para controlar las inundaciones que cada vez en cuando provocaban enormes pérdidas. De hecho, tras varios estudios e intentos, se tomó la decisión definitiva de construirlo tras unas inundaciones que provocaron centenares de muertos. Semejante obra da para libros de todo tipo.

Después hemos visitado Hindeloopen, un pueblo encantador y, al menos un viernes de julio, muy tranquilo. Con puentes, rincones y callejuelas muy curiosas. Desafortunadamente todas las explicaciones -es la tónica- estaban en holandés. El pueblo es peculiar por varios motivos. Por ejemplo, tiene un dialecto propio, como se puede ver en los nombres de las calles. La casa más pintoresca parece ser la del operador de la esclusa, por su campanario de madera. El banco de madera que tiene delante se conoce como liar's bench, porque los hombres del pueblo tradicionalmente se reunían en él a contar sus hazañas. También sus trajes tradicionales parecen ser peculiares.

De Hindeloopen nos hemos acercado a Workum. Un pueblo menos pintoresco, pero elegante: con casas, edificios (como la balanza pública, el Waag) y la Grote Kerk (inacabada y en restauración) que merecen una visita, aunque sea corta.

De allí hemos seguido camino hasta Assen, capital de la región de Drenthe, que parece ser mucho más tranquila y apta para los paseos en bici. Es decir, parece que hay menos que ver y más que pasear. Lo comprobaremos en los próximos días. Por lo inesperado comentaré que, a un par de kilómetros de la casa, en una visita de reconocimiento, he llegado hasta un sencillo monumento (el Lancaster monument) en recuerdo de un avión abatido allí en la Segunda Guerra Mundial. Tengo que informarme.

Edam, Volendam, Monnickendam y Marken

Como decía Aníbal, el del equipo A, me encanta que los planes funcionen. Para hoy teníamos planeada una ruta que, empezando en Edam y pasando por Volendam y Monnickendam, terminara en Marken. Después, vuelta a Volendam en barquito y un kilómetro y pico más en bici para llegar a Edam, que es lo que separa estas dos últimas localidades.

En la guía de El País-Aguilar decía que el mercado de quesos de Edam se celebraba los sábados. Mal, muy mal. Afortunadamente habíamos leido en otra que era los miércoles y hemos comprobado que es así. En realidad, se trata de una pantomima en la que participa medio pueblo recreando una mercado de quesos tradicional. Son más actores que otra cosa. Mientras tanto, en los puestos de alrededor venden queso a espuertas. Y no me extraña, porque está delicioso, tanto el normal, como el blanco, como el de nuez, como el de pesto... Es el único sitio que no fuera Amsterdam donde he visto muchos letreros en español (somos como ovejas).

Después hemos seguido pedaleando hasta Volendam. No son ni diez minutos. No le hemos dedicado demasiada atención, pensando en recorrerlo un poco a la vuelta. Luego no ha sido posible, pero tampoco parece muy distinto al resto de pueblos que hemos visitado.

El camino hasta Monnickendam desde Volendam va por un carril bici muy cómodo y bien señalizado, pero hoy, el viento daba de cara y era molesto. Además, íbamos por la parte baja del dique, sin poder ver el mar (el Ijsselmeer), así que el paseo ha sido más duro de lo esperado, pero hemos llegado. Esta localidad es la más tranquila y agradable de todas, sin apenas guiris. Hemos comido y nos hemos tomado un heladito al lado del puerto. Tenía casas antiguas, una preciosa torre campanario con carillón (para variar) y una iglesia torcida por cualquier lado que la mirases.

Desde la salida de Monnickendam hasta Marken el camino va por encima del dique, así que resulta mucho más agradable pedalear. Aunque seguía haciendo calor, el viento le quitaba importancia. Y Marken es lo que me temía, un reclamo turístico que no añade nada a todo lo que ya hemos disfrutado desde que llegamos. Mosquitos, guiris, tiendas de souvenirs y poco o nada de auténtico. Lo más entretenido ha sido el paseo en bici por un carril bici parecido a un paseo marítimo que iba hasta el faro. Después hemos tomado el barco que nos ha llevado de vuelto a Volendam.

Antes de "aparcar" el barco, ha empezado a lloviznar. No ha sido posible pasear por Volendam apenas (y disfrutar de sus muchas tiendas de souvernirs y casitas encantadoras de pega). Lejos de ser unas gotas pasajeras, la  lluvia nos ha acompañado hasta el coche, durante la carga de las bicis, los 38 kilómetros hasta casa, la descarga de las bicis y hora y pico más...

Alkmaar

A pesar de la amenaza de lluvia (que finalmente no ha llegado) hoy hemos decidido visitar Alkmaar, que es una ciudad de 93.000 habitantes a unos 25 kilómetros en bici de la localidad en la que estamos.

Hemos empezado con mal pie... bueno, con mala rueda. Una de las cámaras se ha roto en la unión con la válvula, así que ni parches ni nada. No teníamos cámara de repuesto (es una cámara antediluviana: dimensiones de MTB con válvula de carretera). Afortunadamente en Holanda no hay pueblo sin taller de bicis, muchas veces mejor equipado que cualquier Decathlon. Y como la llanta aceptaba cámaras MTB estándar, en pocos minutos estábamos montando la nueva cámara. Aunque no es lo único que se nos ha roto hoy.

El camino hacia a Alkmaar sigue todos los estándares del país. Nos llama la atención la raza de ovejas-vaca. Es que parecen porteros de discoteca. Y también la cantidad de ponies que hay. Supongo que son como mascotas. Tampoco es difícil ver gaviotas y garzas al borde de los canales.

En el recorrido hemos pasado por una especie de barrio o urbanización que se llamaba algo así como de las 1000 islas. Y es que las casas (espectaculares en su mayoría) estaba en manzanas rodeadas por canales y laguitos. Barquitos, canoas, embarcaderos, jardines inmensos...

Alkmaar compite en la producción de quesos con Gouda y Edam. Conocemos el queso Gouda y el queso Edam porque son las dos variedades más exportadas de quesos holandeses de las tres principales (la tercera es Mimolette). Pero en el mercado del queso de Alkmaar se venden precisamente las variedades Gouda y Edam. Por eso se dice que compiten.
Aunque no tenga denominación de origen, Alkmaar tiene el museo nacional del queso y en la plaza de la Balanza Pública (el Waag) se celebra el mercado de quesos más importante de Holanda cada viernes desde abril a septiembre.

Hay otros edificios curiosos que ver en Alkmaar, aparte de recorrer sus calles. En la foto de al lado se ve un trozo de la Huis met de Kogel, que es una casa de madera del siglo XV que muestra una bala de cañón disparada por los españoles en el asedio de 1573. 437 años la historia vuelve a repetirse, pero esta vez  el cañonero tiene nombre: Iniesta 8-).

Hemos vuelto por el mismo camino, pero ya sin dudas de orientación. Eso sí, al encerrar las bicis en el garaje (sí, señor, a tutiplén: garaje para las bicis) se ha desoldado de la horquilla de mi bicicleta la placa a la que se atornilla la pata de cabra. Y esto solo se arregla con un soldador. Obviamente se vuelve así a Alcalá de Henares.

Medemblik y Enhuizen

¡Ganamos! 4-0 no, pero un 1-0 vale igual. Seguimos en el anonimato...

Hoy se esperaba lluvia y lluvia ha caído. Por eso era un día apropiado para descansar de las bicicletas. La guía que llevamos recomendaba una ruta que recorría (en coche) los pueblos más importantes de Friesland Oeste. Supongo que está hecha para esa gente que prefiere no bajarse del coche, porque solo hemos podido visitar la mitad de los pueblos.

En cualquier caso, lo que hemos visto merece la pena. Hemos empezado en Medemblink. Como el resto, es un pueblo tranquilo, sin ruidos, casitas bajas, edificios antiguos y un pasado de riqueza, hasta que dejaron de ser importantes puertos comerciales y navieros al construirse el dique de cierre (el Afsluitdij). Hoy se dedican a la agricultura fundamentalmente.

En este pueblo un señor que me ha escuchado me ha preguntado si era español, pero no me ha agredido; es más, me ha felicitado. Cuando íbamos a ver el último atractivo turístico de Medemblik, el Kasteel Radboud, se ha puesto a llover a cántaros, alegrándonos infinitamente entonces de no estar pedaleando.

Después nos hemos marchado a Enkhuizen. Este pueblo es mucho más importante y tiene un buen número de edificios con cuatro y cinco siglos de antigüedad. La guía dice que ahora se dedican a los tulipanes, pero yo digo que se dedican también a poner museos: el de la Ciudad: el del folclore del antiguo Zuiderzee (que es como se llamaba el mar antes de convertirlo en piscinón), el de casas antiguas reconstruidas, el de barcos dentro de botellas, el de máquinas de vapor... Aún sin museos, es una gozada pasear por calles y vías (y un paseo marítimo) tan bien cuidados y tranquilos.

Nos hemos vuelto por Twisk, un pueblo alargado con casas solariegas a ambos lados que me hacen plantearme si esta gente solo vive bien o también trabaja. Es que solo ves gente sonriendo o pedaleando... o las dos cosas.
 
Un día de descanso y tranquilidad. Lo único que me ha dejado cierto desasosiego es la señal de tráfico que os dejo. Yo, por si acaso, he metido en el maletero la botella de berenburg, un licor de hierbas elaborado en esta zona, que espero que nos alegre más de una sobremesa cuando estemos de vuelta en casa.

Primera etapa de transición

Hoy ha sido una etapa de transición, pero bien aprovechada. De camino hacia el destino, una casita en la calle Doorpsstraat (calle Mayor debe ser, porque en todos los pueblos hay una) de Nieuwe-Niedorp, hemos hecho parada a unos kilómetros de Haarlem. Y con las bicis nos hemos acercado al centro de la ciudad a visitarla.

La ciudad estaba especialmente tranquila, excesivamente tranquila más bien. Hemos visitado la plaza del Grote Markt (la plaza del mercado, vaya) y hemos recorrido las calles de centro histórico. Estaba prácticamente todo cerrado, menos el McDonalds y unos cuantos bares. Hasta la oficina de información turística estaba cerrada.

Afortunadamente hemos podido visitar la catedral (Grote Kerk). Nos ha sorprendido el techo de madera. Las vidrieras eran modernas y donde uno esperaría encontrar un retablo estaba un órgano de dimensiones considerables. Por supuesto la iglesia tenía carillón en activo.

En la plaza hay una estatua dedidada a un tal Coster. Resulta que en su día se corrió el bulo de que había inventado la imprenta, y así se enseñó en las escuelas holandesas hasta el siglo pasado. Hoy parece que nadie discute que no fue el inventor, pero el caso es que parece que la "leyenda" le vino bien a la ciudad, que durante siglos acaparó el negocio de la impresión de libros.

Haarlem fue asediada por los españoles durante meses. Al final acabaron rindiéndose e hicimos una masacre en toda regla para celebrarlo. Incluso les sacamos un buen montón de florines en plan multa. A pocas horas del partido, cualquiera va por ahí presumiendo de españolito...

De vuelta ya hacia el coche hemos recorrido un trozo de parque nacional (Zuid-Kennemerland). Es un bosque de árboles mediterráneos (robles, hayas, majuelos, pinos, etc.) que bordea la zona de dunas. Lo cual es sorprendente, dado que estamos a nivel del mar (si no por debajo 8-).

La casa es una gozada. De hecho era el hogar de los que la arriendan. No le falta nada... Un detalle: en una repisa del aseo, nos daban la bienvenida personalizada escrita con dados de letras.

Una vez asentados nos hemos dado un paseo. Los holandeses están preparándose para el partido. Todos de naranja, nosotros de naranjitos. Sin mediar palabras, solo sonrisitas, no sea que les ganemos y haya represalias. Nos han ofrecido meter el coche en el garaje (por comodidad, no por seguridad) y  he aceptado el ofrecimiento (por seguridad, no por comodidad).

Leiden

Hoy ha vuelto a hacer un día excelente. Ha hecho calor, pero como la brisa es permanente, la sensación térmica baja considerablemente. Eso sí, ahora mismo acaba de pasar un medio huracán que si nos pilla en la bici... El caso es que hemos visitado Leiden (se pronunca Laiden), saliendo directamente desde la granja. Está a unos 25 km. en bici. Hemos ido y vuelto por caminos diferentes. Sumados al paseo por Leiden hemos hecho 58 km.

Encontrar el camino es fácil. Sin GPS ni gaitas. En todo el país hay una red de carriles bici con cada intersección debidamente numerada. Son los knooppunts. Ir desde Nieuwveen a Leiden, por ejemplo, es seguir la secuencia 87, 36, 35, 34, 33, 32, 49, 40, 39, 81, 78, 85. La secuencia la sacas de un mapa normal (los de la ANWB son perfectos y los venden en cualquier oficina de turismo) al que añaden los knooppunts. O bien la sacas del planificador de rutas (tipo Guía Repsol, pero para bicis).

El paseo está salpicado de molinos, canales, diques, patos, casas de recreo, granjas, barquitos, puentes... y siempre verde. No deja de sorprender comprobar que, en efecto, la mayoría de los canales discurren entre diques, de modo que las tierras a ambos lados (pólders) están por debajo del nivel del agua. No sé si se aprecia en la foto, pero el carril bici va por el dique y la tierra firme a la derecha está por debajo del agua. Y así una parte considerable del país. Tiene que haber un sistema complicado para tratar de controlar las inundaciones.

Hoy es sábado, así que la gente estaba por todas partes disfrutando del tiempo. Hemos visto gente en las orillas de los ríos, en playitas fluviales, montones de gente paseando en barco por los canales, incluso alguna fiesta-botellón encima de cualquier cosa capaz de flotar con dos o tres docenas de jóvenes bailando y empinando el codo. Y mucha más bici, sobre todo de carreras.

Y termino contando alguna cosa de Leiden. Es una ciudad universitaria (la más antigua de Holanda), con un jardín botánico, museos varios y edificios civiles muy interesantes. En el casco antiguo había una gran animación: terrazas, tiendas, música, una boda, gente a patadas...

Aquí fundaron una iglesia los Padres Peregrinos (los que finalmente se fueron a América a bordo del Mayflower). Al parecer los echaron de Inglaterra, y antes de irse a América, les dieron asilo en esta ciudad. También están muy orgullosos en Leiden de haber sido la primera ciudad que se sacudió el yugo español.

Una última curiosidad: en esta ciudad el científico Heike Kamerlingh Onnes realizó un experimento en el que llegó a alcanzar una temperatura situada a menos de un grado del cero absoluto. El reclamo era The coldest place on Earth. Obtuvo el Nobel.

Mañana cambiamos de residencia. Ojalá tengamos la suerte de encontrar acceso a la red... si no es así, nos estaremos calladitos una o dos semanas.

Los holandeses

Parafraseando a Cortázar (me refiero al cuento de los axolotl), diré que hubo un tiempo en que yo pensaba mucho en los holandeses. Iba a verlos a sus pueblos y ciudades y me quedaba horas mirándolos, observando sus movimientos. Ahora soy un holandés.

Bueno, tampoco voy a exagerar, que llevamos aquí cinco días. De momento, somos de la roja. Pero sentado a la mesa desde la que se ve esta vista, contaré algunas cosas que nos resultan curiosas de esta gente.

En muchos sitios no aceptan tarjetas de crédito (y las que llamamos de débito tampoco funcionan, por mucho que digan que las aceptan, desconozco la razón). Algunos nos hemos acostumbrado a usarlas como medio universal de pago, olvidando que las cosas deberían ser más baratas si pagas en dinero contante y sonante. No digo que sea mejor ni peor. Es incómodo si no lo sabes, pero si redunda en el precio y lo sabes, me parece bien que alguien no las acepte.

El otro día conté que el inflado de las ruedas nos costó cincuenta céntimos. En España creo que es obligatorio que haya uno a disposición del público. Pero quién controla que funcionan o que pareciendo que funcionan miden bien. Yo estoy seguro que más de la mitad de los que funcionan están descalibrados. Si me cuesta cincuenta céntimos y funciona como funciona el que usé... prefiero pagar.

Lo de la leche nos tiene perplejos. Quizá es porque estamos en una zona rural. En el supermercado no tienes apenas variedad ni cantidad de leche. Supongo que se abastecen de otra forma. El espacio ocupado por zumos, vinos o cervezas, por poner ejemplos, es muy superior al de la leche.

Otra cosa que no costaría demasiado es incluir más información en inglés. En general. Lo habla todo el mundo y a ellos no les aporta nada, pero a los guiris sí nos aporta. Este lenguaje tiene la misma raíz que el inglés o el alemán, pero es un triunfo encontrar los parecidos. Appel es manzana. ¿Qué es sinaasappel? naranja... Lo sospechaba, pero hasta que abrimos el brik no lo confirmamos.

Las tiendas de bicicletas son de lo más común. Era de esperar. Cualquier cosa susceptible de montarse sobre ruedas se vende o se fabrica y se usa. En España se venden mountain-bikes y bicicletas de carreras. Poco más. Pero aquí lo que se vende son las bicicletas holandesas, que son, esencialmente, confortables. En el Decathlon se empiezan a ver bicicletas parecidas a estas, pero no sé si venderán muchas. Y desde luego son las óptimas si de desplazarse a secas hablamos.

Termino: he leído que el pato a la naranja es un plato típico francés. Podía ser perfectamente holandés. Si alargas el brazo cuando pasas a un lado de los infinitos canales que hay en este país, la probabilidad de enganchar un pato es altísima. Y como esta gente es tan civilizada, ni se asustan ni nada. Claro, que también puedes enganchar un cisne y que sea él quien te coma a ti...

Amsterdam

La bici tiene roto el cable del cambio trasero, así que hemos tenido que dejarla arreglando y nos hemos ido a Amsterdam. Menudo calor hacía. Hemos buscado el P+R que más nos convenía (en el Amsterdam Arena) y nos hemos acercado en metro a la estación central.

Las otras veces que he estado en Amsterdam siempre me ha llamado la atención el aparcamiento de bicicletas que hay a la entrada de la estación. Es espectacular. Eso sí, moverte en bici por esta ciudad no tiene nada que ver con moverte en bici por los pueblos de corazón verde. Estrés versus paz interior.

Aparte de que una ciudad de estas siempre es cansada, creo que hoy ha sido el día más caluroso desde que estamos aquí. Seguramente ya nos gustaría este calor en Madrid, pero hay que quejarse de algo. Hemos aprovechado para hacer algunas comprillas en el mercado de flores y las fotos de rigor.

Medio Amsterdam está en obras: la estacion central, el Dam, el Rijskmuseum... en fin. Hemos intentado conseguir una bandera de España, sin éxito, ni en el Tapas-Bar Joselito. Pero la animación es evidente. Y si no, atentos a la foto.

También hemos echado un vistazo al Barrio Rojo. En plan didáctico, por supuesto. Desgraciadamente nos hemos dejado la guía de Amsterdam en casa, así que los niños se han salvado de la brasa correspondiente. Eso sí, la próxima vez que vuelva o volvamos, la visita tiene que incluir el Rijksmuseum o el Van Gogh. La vez anterior fuimos al de Heineken (y la anterior -hace mucho- al del sexo 8-). Pero esta vez no me refiero a estos museos...

Delft y La Haya

Hoy ha sido un día más tranquilo. También más cálido. En el termómetro del coche he visto 28 grados. Me estoy convirtiendo en un maestro de cargar y descargar bicis. Ya de camino, ha pitado el sensor de presión de las ruedas. Curiosidad: hemos entrado en una gasolinera a revisar la presión de los neumáticos y la maquinita costaba 50 céntimos. Eso sí, tú le indicas la presión, enchufas el chisme en la rueda y él se encarga del resto. Casi mejor que no pagar nada por los españoles, que o no funcionan o si funcionan, cada uno mide una presión diferente.

Nos hemos acercado hasta Delft y allí hemos aparcado en una calle repleta de banderolas naranjas (de las muchas que vemos todos los días), supongo que por el Mundial, no creo que haya fiesta en todos los pueblos. Nos hemos ido directos a La Haya, que está a unos 10 kilómetros, siguiendo un canal  de lo más concurrido: coches, bicis, tranvías y motos por los lados, gabarras, barquitos y motoras por su interior y una especie de taxi que te cruza de una orilla a otra en un plis plas.

La Haya es una especie de capital pequeña, con un poco de todo: un palacio real, el Parlamento holandés (en el Binnenhof), un museo importante en pequeño (el Marithuis), el Tribunal Internacional, algunos rascacielos muy elegantes... pero desde luego no tiene nada que ver con ciudades como Madrid o Amsterdam. Para todo lo demás, Mastercard... vamos, que da la impresión de ser un pueblo. Antes de salir, nos hemos tomado unos refrescos y a poco tenemos que servirnoslos nosotros, de tranquilo que estaba aquello.

Nos hemos vuelto por el mismo camino a Delft. Allí estaban empezando a desmontar el mercado de la plaza. Hemos hecho algunas compras y hemos dado unas cuantas vueltas en las bicis. Igual que el resto de pueblos: canales, puentecitos, casas de un par de plantas todas diferentes y con grandes ventanales.

Una cosa que no falta en estos pueblos son los carillones. A las horas en punto se ponen en marcha y tocan alguna piececilla curiosa. La de la foto es la Nieuwe Kerk de Delft y los tiene. Se puede subir hasta por encima de los carillones (que están por encima del reloj). La Oude Kerk, por contra, no creo que tenga carillón. Más que antigua, yo creo que estaba vieja, casi rota. Pero dentro está enterrado nada menos que Vermeer.

Ya en la granja, me he puesto a intentar arreglar el cambio de una de las bicis (iba a decir que me había puesto a arreglar). No he arreglado nada. El día que lo explicaron se ve que no pude ir a clase. Mañana llevaremos la bici a un taller de aquí del pueblo (afortunadamente aquí los hay en cada pueblo, como los bares en España). Y encima abren a las 9:00.

Es de esperar que no nos la arreglen inmediatamente, así que en tal caso nos iremos a Amsterdam (sin bicis, según lo previsto).

Rotterdam, Kinderdijk y Gouda

Empiezo a escribir esto con 1-0 frente a Alemania. En Rotterdam, todos los que nos han reconocido como españoles nos han mencionado el partido. Nos han deseado suerte, pero se van a arrepentir... (por si acaso, no le voy a dar al botón hasta que ganemos a Alemania 8-)

Nos hemos acercado a Rotterdam como personas civilizadas. Hemos buscado un P+R (park and ride) y luego nos hemos acercado en tren a la estación central. En la oficina de turismo nos han aconsejado un paseo completito y no nos hemos dejado mucho por ver. Rotterdam tiene cierto parecido a Berlín, destrozadas en la Segunda Guerra Mundial, están llenas de arquitectura moderna, pero con aire de pueblo tranquilo. Obviamente Berlín es mucho más espectacular y emotiva, claro.

El Tour comenzó este año en Rotterdam. Hoy estaban desmontando algún que otro chiringuito. En la foto del edificio de Nationale Nederlanden se ve un cartel muy gordo con la distancia hasta París...

Aparte de grandes rascacielos, las casas cubo, el superpuerto (no lo hemos visitado), los puentes enormes sobre el Maas, hemos visitado el museo Boijmans Van Beuningen, que (mira tú) hoy era gratis.

(1-0): ya puedo publicar entrada. Dice la pequeña que como ganemos a Holanda, nos echan de la casa. No sabe que nos vamos de la casa el domingo. Le explico que la estrategia es hablar italiano cuando lleguemos a la otra casa.

Después nos hemos vuelto a ver los 19 molinos del Kinderdijk, un conjunto de molinos de unos tres siglos declarados Patrimonio de la Humanidad. Ya no se podía visitar ningún molino, porque eran las 17:30. Tampoco hubiéramos entrado porque esta gente habla inglés mejor que los ingleses, pero los carteles y todito todo está en holandés. Pero hemos disfrutado de las vistas un rato.

Como el día no estaba suficientemente aprovechado, nos hemos vuelto por Gouda (según nuestro casero, los holandeses lo pronuncian Jauda). Hemos visto la catedral, la plaza, el ayuntamiento (que recuerda al Relicario de Lovaina), quesos en los canales (en plataformas ornamentales), quesos colgando en las calles a modo de banderola (de verdad, tengo fotos 8-), quesos en las tiendas... Me hubiera gustado visitar una fábrica de quesos o el mercado de quesos, pero no se puede ver todo.

Y para terminar el día, golazo de Puyol. Hace unos días, la probabilidad de jugar la final y de que este título fuera acertado era del 25%. Ahora el título es un poco más acertado... ¿y si fuera totalmente acertado lo del 4-0?