Medemblik y Enhuizen

¡Ganamos! 4-0 no, pero un 1-0 vale igual. Seguimos en el anonimato...

Hoy se esperaba lluvia y lluvia ha caído. Por eso era un día apropiado para descansar de las bicicletas. La guía que llevamos recomendaba una ruta que recorría (en coche) los pueblos más importantes de Friesland Oeste. Supongo que está hecha para esa gente que prefiere no bajarse del coche, porque solo hemos podido visitar la mitad de los pueblos.

En cualquier caso, lo que hemos visto merece la pena. Hemos empezado en Medemblink. Como el resto, es un pueblo tranquilo, sin ruidos, casitas bajas, edificios antiguos y un pasado de riqueza, hasta que dejaron de ser importantes puertos comerciales y navieros al construirse el dique de cierre (el Afsluitdij). Hoy se dedican a la agricultura fundamentalmente.

En este pueblo un señor que me ha escuchado me ha preguntado si era español, pero no me ha agredido; es más, me ha felicitado. Cuando íbamos a ver el último atractivo turístico de Medemblik, el Kasteel Radboud, se ha puesto a llover a cántaros, alegrándonos infinitamente entonces de no estar pedaleando.

Después nos hemos marchado a Enkhuizen. Este pueblo es mucho más importante y tiene un buen número de edificios con cuatro y cinco siglos de antigüedad. La guía dice que ahora se dedican a los tulipanes, pero yo digo que se dedican también a poner museos: el de la Ciudad: el del folclore del antiguo Zuiderzee (que es como se llamaba el mar antes de convertirlo en piscinón), el de casas antiguas reconstruidas, el de barcos dentro de botellas, el de máquinas de vapor... Aún sin museos, es una gozada pasear por calles y vías (y un paseo marítimo) tan bien cuidados y tranquilos.

Nos hemos vuelto por Twisk, un pueblo alargado con casas solariegas a ambos lados que me hacen plantearme si esta gente solo vive bien o también trabaja. Es que solo ves gente sonriendo o pedaleando... o las dos cosas.
 
Un día de descanso y tranquilidad. Lo único que me ha dejado cierto desasosiego es la señal de tráfico que os dejo. Yo, por si acaso, he metido en el maletero la botella de berenburg, un licor de hierbas elaborado en esta zona, que espero que nos alegre más de una sobremesa cuando estemos de vuelta en casa.

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