Delft y La Haya

Hoy ha sido un día más tranquilo. También más cálido. En el termómetro del coche he visto 28 grados. Me estoy convirtiendo en un maestro de cargar y descargar bicis. Ya de camino, ha pitado el sensor de presión de las ruedas. Curiosidad: hemos entrado en una gasolinera a revisar la presión de los neumáticos y la maquinita costaba 50 céntimos. Eso sí, tú le indicas la presión, enchufas el chisme en la rueda y él se encarga del resto. Casi mejor que no pagar nada por los españoles, que o no funcionan o si funcionan, cada uno mide una presión diferente.

Nos hemos acercado hasta Delft y allí hemos aparcado en una calle repleta de banderolas naranjas (de las muchas que vemos todos los días), supongo que por el Mundial, no creo que haya fiesta en todos los pueblos. Nos hemos ido directos a La Haya, que está a unos 10 kilómetros, siguiendo un canal  de lo más concurrido: coches, bicis, tranvías y motos por los lados, gabarras, barquitos y motoras por su interior y una especie de taxi que te cruza de una orilla a otra en un plis plas.

La Haya es una especie de capital pequeña, con un poco de todo: un palacio real, el Parlamento holandés (en el Binnenhof), un museo importante en pequeño (el Marithuis), el Tribunal Internacional, algunos rascacielos muy elegantes... pero desde luego no tiene nada que ver con ciudades como Madrid o Amsterdam. Para todo lo demás, Mastercard... vamos, que da la impresión de ser un pueblo. Antes de salir, nos hemos tomado unos refrescos y a poco tenemos que servirnoslos nosotros, de tranquilo que estaba aquello.

Nos hemos vuelto por el mismo camino a Delft. Allí estaban empezando a desmontar el mercado de la plaza. Hemos hecho algunas compras y hemos dado unas cuantas vueltas en las bicis. Igual que el resto de pueblos: canales, puentecitos, casas de un par de plantas todas diferentes y con grandes ventanales.

Una cosa que no falta en estos pueblos son los carillones. A las horas en punto se ponen en marcha y tocan alguna piececilla curiosa. La de la foto es la Nieuwe Kerk de Delft y los tiene. Se puede subir hasta por encima de los carillones (que están por encima del reloj). La Oude Kerk, por contra, no creo que tenga carillón. Más que antigua, yo creo que estaba vieja, casi rota. Pero dentro está enterrado nada menos que Vermeer.

Ya en la granja, me he puesto a intentar arreglar el cambio de una de las bicis (iba a decir que me había puesto a arreglar). No he arreglado nada. El día que lo explicaron se ve que no pude ir a clase. Mañana llevaremos la bici a un taller de aquí del pueblo (afortunadamente aquí los hay en cada pueblo, como los bares en España). Y encima abren a las 9:00.

Es de esperar que no nos la arreglen inmediatamente, así que en tal caso nos iremos a Amsterdam (sin bicis, según lo previsto).

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