Alkmaar

A pesar de la amenaza de lluvia (que finalmente no ha llegado) hoy hemos decidido visitar Alkmaar, que es una ciudad de 93.000 habitantes a unos 25 kilómetros en bici de la localidad en la que estamos.

Hemos empezado con mal pie... bueno, con mala rueda. Una de las cámaras se ha roto en la unión con la válvula, así que ni parches ni nada. No teníamos cámara de repuesto (es una cámara antediluviana: dimensiones de MTB con válvula de carretera). Afortunadamente en Holanda no hay pueblo sin taller de bicis, muchas veces mejor equipado que cualquier Decathlon. Y como la llanta aceptaba cámaras MTB estándar, en pocos minutos estábamos montando la nueva cámara. Aunque no es lo único que se nos ha roto hoy.

El camino hacia a Alkmaar sigue todos los estándares del país. Nos llama la atención la raza de ovejas-vaca. Es que parecen porteros de discoteca. Y también la cantidad de ponies que hay. Supongo que son como mascotas. Tampoco es difícil ver gaviotas y garzas al borde de los canales.

En el recorrido hemos pasado por una especie de barrio o urbanización que se llamaba algo así como de las 1000 islas. Y es que las casas (espectaculares en su mayoría) estaba en manzanas rodeadas por canales y laguitos. Barquitos, canoas, embarcaderos, jardines inmensos...

Alkmaar compite en la producción de quesos con Gouda y Edam. Conocemos el queso Gouda y el queso Edam porque son las dos variedades más exportadas de quesos holandeses de las tres principales (la tercera es Mimolette). Pero en el mercado del queso de Alkmaar se venden precisamente las variedades Gouda y Edam. Por eso se dice que compiten.
Aunque no tenga denominación de origen, Alkmaar tiene el museo nacional del queso y en la plaza de la Balanza Pública (el Waag) se celebra el mercado de quesos más importante de Holanda cada viernes desde abril a septiembre.

Hay otros edificios curiosos que ver en Alkmaar, aparte de recorrer sus calles. En la foto de al lado se ve un trozo de la Huis met de Kogel, que es una casa de madera del siglo XV que muestra una bala de cañón disparada por los españoles en el asedio de 1573. 437 años la historia vuelve a repetirse, pero esta vez  el cañonero tiene nombre: Iniesta 8-).

Hemos vuelto por el mismo camino, pero ya sin dudas de orientación. Eso sí, al encerrar las bicis en el garaje (sí, señor, a tutiplén: garaje para las bicis) se ha desoldado de la horquilla de mi bicicleta la placa a la que se atornilla la pata de cabra. Y esto solo se arregla con un soldador. Obviamente se vuelve así a Alcalá de Henares.

No hay comentarios:

Publicar un comentario