Edam, Volendam, Monnickendam y Marken

Como decía Aníbal, el del equipo A, me encanta que los planes funcionen. Para hoy teníamos planeada una ruta que, empezando en Edam y pasando por Volendam y Monnickendam, terminara en Marken. Después, vuelta a Volendam en barquito y un kilómetro y pico más en bici para llegar a Edam, que es lo que separa estas dos últimas localidades.

En la guía de El País-Aguilar decía que el mercado de quesos de Edam se celebraba los sábados. Mal, muy mal. Afortunadamente habíamos leido en otra que era los miércoles y hemos comprobado que es así. En realidad, se trata de una pantomima en la que participa medio pueblo recreando una mercado de quesos tradicional. Son más actores que otra cosa. Mientras tanto, en los puestos de alrededor venden queso a espuertas. Y no me extraña, porque está delicioso, tanto el normal, como el blanco, como el de nuez, como el de pesto... Es el único sitio que no fuera Amsterdam donde he visto muchos letreros en español (somos como ovejas).

Después hemos seguido pedaleando hasta Volendam. No son ni diez minutos. No le hemos dedicado demasiada atención, pensando en recorrerlo un poco a la vuelta. Luego no ha sido posible, pero tampoco parece muy distinto al resto de pueblos que hemos visitado.

El camino hasta Monnickendam desde Volendam va por un carril bici muy cómodo y bien señalizado, pero hoy, el viento daba de cara y era molesto. Además, íbamos por la parte baja del dique, sin poder ver el mar (el Ijsselmeer), así que el paseo ha sido más duro de lo esperado, pero hemos llegado. Esta localidad es la más tranquila y agradable de todas, sin apenas guiris. Hemos comido y nos hemos tomado un heladito al lado del puerto. Tenía casas antiguas, una preciosa torre campanario con carillón (para variar) y una iglesia torcida por cualquier lado que la mirases.

Desde la salida de Monnickendam hasta Marken el camino va por encima del dique, así que resulta mucho más agradable pedalear. Aunque seguía haciendo calor, el viento le quitaba importancia. Y Marken es lo que me temía, un reclamo turístico que no añade nada a todo lo que ya hemos disfrutado desde que llegamos. Mosquitos, guiris, tiendas de souvenirs y poco o nada de auténtico. Lo más entretenido ha sido el paseo en bici por un carril bici parecido a un paseo marítimo que iba hasta el faro. Después hemos tomado el barco que nos ha llevado de vuelto a Volendam.

Antes de "aparcar" el barco, ha empezado a lloviznar. No ha sido posible pasear por Volendam apenas (y disfrutar de sus muchas tiendas de souvernirs y casitas encantadoras de pega). Lejos de ser unas gotas pasajeras, la  lluvia nos ha acompañado hasta el coche, durante la carga de las bicis, los 38 kilómetros hasta casa, la descarga de las bicis y hora y pico más...

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